feed

MONUMENTO AL RESERO ARGENTINO


En 1929 el intendente de Buenos Aires, José Luis Cantilo, le encargó al escultor Emilio Sarguinet, quien en esa época ya era un artista de renombre especializado en figuras de animales, que hiciera una estatua para colocar en el mercado de Liniers.

La figura elegida fue la del resero, que es el gaucho que guía al ganado desde la estancia hasta el mercado de hacienda.
El artista viajó a Ayacucho, provincia de Buenos Aires, para tomar los modelos en la estancia El Cardal de la familia Solanet, reconocidos criadores de caballos criollos.
Allí tomó contacto con un viejo resero, don Cabañas, que montaba a su moro Huemul. Se cree que este gaucho y su fiel compañero de travesías fueron los modelos del escultor.
De vuelta a la ciudad, Sarguinet trabajó varios meses en un taller ubicado en Uriburu y Juncal, en el barrio de la Recoleta.
Antes de hacer la entrega de la obra, el artista cinceló en el muslo izquierdo del caballo, la marca de la familia Güiraldes, como homenaje a Manuel Güiraldes, quien había sido intendente de la Ciudad de Buenos Aires, presidente de la Sociedad Rural y padre del malogrado Ricardo Güiraldes, autor del clásico Don Segundo Sombra.
La estatua estuvo terminada en 1932 y, el 21 de septiembre de aquel año, se presentó el Gaucho Resero en el XXII Salón Nacional, que se llevó a cabo en el Palais de Glace.
Debido a su gran tamaño y peso no fue posible introducirla en el centro de exposiciones y fue expuesta en la entrada de la calle Posadas.
Obtuvo el primer premio.
Luego de casi un año y medio de estadía en Posadas y Schiaffino, el Resero de Sarguinet fue trasladado a Mataderos, al frente del Mercado de Liniers. Fue el primer monumento que tuvo el barrio.
Llegó pocas horas antes del 25 de mayo de 1934, fecha en la que se realizó una magnífica fiesta patria de la que participó el escultor.
En 1948 se le colocó un pedestal para preservarlo.
La escultura alcanzó su más alta popularidad entre 1963 y 1968 cuando fue utilizada como grabado de la cara de las monedas de diez pesos. La acuñación generó un debate sobre la obra.
Hubo quienes hacían notar que tanto las monedas como la escultura contenían un error: el moro tenía su mano y su pata derecha hacia adelante y sus dos zurdas hacia atrás.
Los críticos apuntaban que bastaba ver el movimiento de cualquier caballo para entender que es cruzado. Pero se equivocaron.
El escultor había tenido en cuenta que los reseros acostumbraban emplear pasucos, que son un tipo de caballos que mueven la mano y la pata del mismo lado para que su andar sea más reposado y eso le permite al jinete viajar descansado e incluso dormir mientras marcha.

Juan Telurico

0 comentarios:

Publicar un comentario

Su comentario será leído y moderado en cuanto encuentre mis lentes. Muchas gracias.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
UA-15341775-1