Una pileta olímpica bajo la Plaza de Mayo.

En abril de 1926, un grupo de inversores (para darle a aquellos socios una denominación actual) presentaron un proyecto en la Municipalidad de Buenos Aires para que se les permitiera construir una “pileta monumental” subterránea, a un costado de la Plaza de Mayo, con mayor precisión, debajo de la avenida Rivadavia, entre 25 de Mayo y Reconquista.

La pileta, de 100 metros de largo por 12 de ancho (la olímpica mide 50 x 21) y 2,20 metros en su punto de mayor profundidad, podría ser aprovechada por ambos sexos, ya que dispondría de un sistema -seguramente, una cuerda- para separar el espacio de los hombres del de las mujeres. Incluso los ingresos a la pileta serían por entradas aisladas. Los caballeros bajarían por escaleras a la altura de Reconquista, mientras que las señoritas y señoras lo harían por la escalera dispuesta en 25 de Mayo y Rivadavia.

Según los proyectistas, todo el complejo estaría a siete metros por debajo de la superficie de la histórica plaza. Lo primero que uno iba a encontrar era la boletería. En el mismo nivel estarían la pileta y las gradas. Pero habría uno más profundo donde hallarían vestuarios individuales, duchas (con agua caliente y fría), casilleros para guardar la ropa, peluquería, bar y, también, la sala de masajes.

Los empresarios pretendían disponer de la concesión durante algunos años para recuperar la inversión. Pero nunca se llegó a la etapa de la negociación: el proyecto quedó en el cajón de algún burocrático escritorio.

Por Daniel Balmaceda. Blogs La Nación.
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