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Imágenes de un hombre bueno


En ese tiempo, en la mitad de los años 80, en el barrio nunca nadie estaba apurado. Las casas eran bajas y el sol se veía hasta lo último de la tarde. Para mí, la calesita de Don Luis era “el” paseo del fin de semana. Tenía cinco años y mi hermana, ocho. Ella, grande, caminaba entre jirafas, caballos y autitos hasta que la velocidad la obligaba a elegir. Yo me aferraba a alguna figura y abría bien los ojos. Nos reíamos. Con la sortija en la mano era todopoderoso. Quizá en aquella calesita sentí por primera vez orgullo: ¡Le gané a los grandes! No podía saberlo, pero Don Luis les había guiñado el ojo a mis papás antes. En aquel barrio, en aquel tiempo, el código era que nadie perdiera. Y Don Luis bajaba la sortija todo lo que fuera necesario. Te sonreía. Y te invitaba a dar una vuelta más gratis por la proeza que habías hecho.

Por Ezequiel Viéitez

 http://www.clarin.com/sociedad/despedida-calesitero-dio-alegria-generaciones_0_950305089.html

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