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Solía ser médico



" SOLÍA SER MÉDICO".

Solía ser médico.
Ahora soy prestador de salud.

Solía practicar la medicina.
Ahora trabajo en un sistema gerenciado de salud.

Solía tener pacientes.
Ahora tengo una lista de clientes.

Solía diagnosticar.
Ahora me aprueban una consulta por vez.

Solía efectuar tratamientos.
Ahora espero autorización para proveer servicios.

Solía tener una práctica exitosa colmada de pacientes.
Ahora estoy repleto de papeles.

Solía emplear mi tiempo para escuchar a mis pacientes.
Ahora debo utilizarlo para justificarme ante los auditores.

Solía tener sentimientos.
Ahora solo tengo funciones.

Solía ser médico.
Ahora no se lo que soy



El Dr Salomón Schachter, Ganador del Premio KONEX 2003 de cirugía, es Profesor Emérito de la UBA y Doctor Honoris Causa de la Universidad Católica de Córdoba. Decano de la Facultad de Medicina y Consejero Superior (UBA, 1998-2000). Director de la Residencia en Traumatología de los Hospitales Alvear, Fernández y Clínicas. y autor de varios libros de éxito.

Colabora David Gleiser

Mudos personajes de fantasía


No me gustan la necrológicas pero este entrañable amigo que hemos conocido tan solo por su voz merece un espacio en mi blog.

Jorge “El Tata” Arvizu, célebre doblajista mexicano, falleció hoy a consecuencia de complicaciones cardiorrespiratorias, a los 81 años.

Con una carrera de más de seis décadas, el actor es reconocido en latinoamérica por haberle puesto su voz en español a Maxwell Smart, “El Superagente 86″, en la serie de TV y en la película protagonizada por Steve Carell. Además, prestó su voz para muchos personajes de dibujos animados, como Pedro Picapiedra, el Pájaro Loco, el Gato Felix, Mr. Magoo y personajes de la serie “Don Gato y su Pandilla”, como Benito Bodoque y Cucho.

Además, llevó protagónicos (con su voz) en decenas de otras caricaturas realizadas por Hanna-Barbera incluyendo ”Los Supersónicos”, “Maguila Gorila”, “Los 4 Fantásticos” (como el malvado Doctor Doom), “El Show de los Banana Split”, “Scooby-Doo”, “Wheelie el astuto” y “Mandibulín” o las voces de Ringo Starr y George Harrison en la serie animada de “Los Beatles”, realizada por Al Brodax.

También fue el Tío Lucas en “Los Locos Adams”, la voz del robot en “Perdidos en el espacio”, y el Pingüino en la serie “Batman” de los años 60.

Arvizu fue maestro de doblajistas, e impuso reglas propias al hasta entonces acartonado trabajo. De hecho, muchos de sus trabajos se caracterizaban por agregar chistes propios, como la famosa “tía de Acapulco” de Maxwell Smart, que no existe en la serie original. “Yo siempre he sido un poco rebelde, porque lo que aprendí en la vida yo me lo hice… entonces me sueltan un día como director (de doblaje) y empecé a cambiar el sistema, porque nadie era capaz de cambiar lo que estaba escrito, porque se atrevían muy poco a darle carácter al (personaje) que estaba doblando”, explicó en una entrevista.

Sin duda se fue un grande que ocupó un lugar en nuestros oídos.
 

Un nudo en la sábana


En una junta de padres de familia de cierta escuela, la Directora resaltaba el apoyo que los padres deben darle a los hijos.
También pedía que se hicieran presentes el máximo de tiempo posible.
Ella entendía que, aunque la mayoría de los padres de la comunidad fueran trabajadores, deberían encontrar un poco de tiempo para dedicar y entender a los niños.
Sin embargo, la directora se sorprendió cuando uno de los padres se levantó y explicó, en forma humilde, que él no tenía tiempo de hablar con su hijo durante la semana.
Cuando salía para trabajar era muy temprano y su hijo todavía estaba durmiendo.
Cuando regresaba del trabajo era muy tarde y el niño ya no estaba despierto.
Explicó, además, que tenía que trabajar de esa forma para proveer el sustento de la familia.
Dijo también que el no tener tiempo para su hijo lo angustiaba mucho e intentaba redimirse yendo a besarlo todas las noches cuando llegaba a su casa y, para que su hijo supiera de su presencia, él hacía un nudo en la punta de la sábana.
Eso sucedía religiosamente todas las noches cuando iba a besarlo.
Cuando el hijo despertaba y veía el nudo, sabía, a través de él, que su papá había estado allí y lo había besado. El nudo era el medio de comunicación entre ellos.
La directora se emocionó con aquella singular historia y se sorprendió aún más cuando constató que el hijo de ese padre, era uno de los mejores alumnos de la escuela.
El hecho nos hace reflexionar sobre las muchas formas en que las personas pueden hacerse presentes y comunicarse con otros.
Aquél padre encontró su forma, que era simple pero eficiente. Y lo más importante es que su hijo percibía, a través del nudo afectivo, lo que su papá le estaba diciendo.
Algunas veces nos preocupamos tanto con la forma de decir las cosas que olvidamos lo principal que es la comunicación a través del sentimiento.
Simples detalles como un beso y un nudo en la punta de una sábana, significaban, para aquél hijo, muchísimo más que regalos o disculpas vacías.
Es válido que nos preocupemos por las personas pero es más importante que ellas lo sepan, que puedan sentirlo.
Para que exista la comunicación, es necesario que las personas “escuchen” el lenguaje de nuestro corazón, pues, en materia de afecto, los sentimientos siempre hablan más alto que las palabras.
Es por ese motivo que un beso, revestido del más puro afecto, cura el dolor de cabeza, el raspón en la rodilla, el miedo a la oscuridad.
Las personas tal vez no entiendan el significado de muchas palabras, pero saben registrar un gesto de amor. Aún y cuando el gesto sea solamente un nudo. Un nudo lleno de afecto y cariño.
Colabora Corina Rolón

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