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Víctor Hugo Díaz / El bocón que tocaba como los dioses


Hay instrumentos musicales que siempre parecen ser los más fáciles de ejecutar. No hablemos de Toc-toc, triángulos o tonetes, hablemos de las armónicas, esos instrumentos de origen europeo que alegraron nuestras infancias y nos dieron esa errada imagen de facilidad.
Ejecutar con maestría la armónica es una de las artes que menos exponentes tiene, aunque los que existen son maravillosamente admirados. Hoy, gracias a Wikipedia, quiero acercarles a uno de quienes yo he admirado.
Víctor Hugo Díaz, o Hugo Diaz como era su nombre artístico, fue un músico Argentino intérprete de armónica, cultor de la música de raíz folklórica, del tango, y del jazz. Nació el 16 de agosto de 1927 en Santiago del Estero, Argentina y murió el 23 de octubre de 1977 en Buenos Aires, Argentina. De formación intuitiva, tocaba también violín, piano y contrabajo. Se inició en la radio de su provincia natal en 1936, y a los veinte años integró como bajista una banda de jazz.
En 1946, por intercesión de Félix Pérez Cardozo debutó en la peña Achalay Huasi de Buenos Aires. En 1949 formó su primer conjunto, integrado por su esposa Victoria Cura como cantante; su cuñado, el percusionista Domingo Cura; y los guitarristas José Jerez, Julio Carrizo y Nelson Murúa, presentándose en Radio Belgrano de Buenos Aires. Fue uno de los primeros artistas populares que actuó en la televisión argentina. En su primer disco, para el sello TK, registró el célebre tema Pájaro Campana.
En 1953, cuando conoció en Bélgica a sus pares Toots Thielemans y Larry Adler, ya era considerado uno de los mejores intérpretes de armónica del mundo.
Viajó más tarde a los Estados Unidos, donde tuvo ocasión de tocar junto a Luis Armstrong y Oscar Peterson. A partir de su presentación en Leverkusen, Alemania, contó con el apoyo de la casa Hohner, fabricante de las armónicas que utilizaba. De sus innumerables giras, deben destacarse sus actuaciones en La Scala de Milán junto a los cantantes líricos Renata Tebaldi y Mario Del Mónaco; y en Medio Oriente y Japón.Grabó en España con Waldo de los Ríos. Una de las más recordadas formaciones de su conjunto reunía a: Domingo Cura en percusión, Mariano Tito en vibráfono, Kelo Palacios en guitarra, Eduardo Lagos y Osvaldo Berlingieri en piano, Oscar Alem en bajo, y Eduardo Ávila en quena.(Disco "Mi armónica y yo" RCA.)
Dotado de sensibilidad y talento excepcionales, fue notable su capacidad de improvisación y de incorporar efectos "percusivos" en la ejecución de su instrumento, que aumentaron las posibilidades expresivas del mismo. Entre sus obras se destacan Zamba del ángel con letra de Ariel Petrocelli; No la hallo, chacarera, con Oscar Liza y los instrumentales: El perro, gato. Zamba mia y Zamba de los cuatro vientos.
Les dejo tres ejemplos para disfrutar. Folclore, Tango y Jazz.
Espero que les gusten.

Flor de Chacarera


El Porteñito (no se engañe, no hay ningún bandoneón en el tema, es él y su armónica)


Blue Moon

Alegría y a cantar

El Choclo



EL CHOCLO (Enrique Santos Discépolo-Angel G.Villoldo)
1946
Enrique S. Discépolo escribió esta nueva letra para el tango “EL CHOCLO”, de Angel G.Villoldo, a pedido de Libertad Lamarque que deseaba cantarla (y lo hizo después) en la película “Gran Casino”dirigida por Luis Buñuel (México 1947). Discepolo, para componerla debió llegar a un laborioso acuerdo con Juan Carlos Marambio Catán, autor de la letra escrita en 1930 a pedido de Irene Villoldo, hermana y heredera del autor. El tango original no tenía letra.
Para mi gusto tiene frases que definen, como lo hace un gran poeta y, claro E.S.Discépolo lo fue, en pocas y claras palabras al tango. Por ej:”...mezcla de rabia, de dolor, de fé, de ausencia, llorando en la inocencia de un ritmo juguetón”.
“EL CHOCLO”

Con este tango que es burlón y compadrito
se ató dos alas la ambición de mi suburbio;
con este tango nació el tango, y como un grito
salió del sórdido barrial buscando el cielo;
conjuro extraño de un amor hecho cadencia
que abrió caminos sin más ley que la esperanza,
mezcla de rabia, de dolor, de fé, de ausencia
llorando en la inocencia de un ritmo juguetón.

Por tu milagro de notas agoreras
nacieron, sin pensarlo, las paicas y las grelas,
luna de charcos, canyengue en las caderas
y un ansia fiera en la manera de querer...
Al evocarte, tango querido,
siento que tiemblan las baldozas de un bailongo
y oigo el rezongo de mi pasado...
Hoy, que no tengo más a mi madre,
siento que llega en punta’e pies para besarme
cuando tu canto nace al son de un bandoneón.

Caracanfunfa se hizo al mar con su bandera
y en un pernó mezcló a París con Puente Alsina.
fuieste compadre del gavión y de la mina
y hasta comadre del bacán y la pebeta.
por vos shusheta, cana, reo y mishiadura
se hicieron voces al nacer con tu destino...
¡misa de faldas, querosén, tajo y cuchillo,
que ardió en los conventillos y ardió en mi corazón!

Hágalo sonar aquí






Orquesta Francisco Canaro
Canta: Tita Merello
23/07/1954 Buenos Aires 0
Odeon 61002 19596
Músicalización gracias a Todo Tango http://www.todotango.com

(Colaboración de David Gleiser )
Arrevoire

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Las drogas que fueron medicina



Este es un post original de TEOYLEO.
Resulta que andaba buscando información para armar algo similar y en ese blog ya lo habían hecho. Pueden verlo por allá pinchando en el nombre
Aquí se puede observar una muestra de las medicinas que tomaban nuestros abuelos.Hoy día ocurren cosas similares pero en países donde las normas de ensayo en humanos son laxas. Por ejemplo Nigeria.


HEROINA BAYER:


Un frasco de heroína Bayer.
Entre 1890 y 1910, la heroína era divulgada como un substituto no adictivo de la morfina, y un remedio contra la tos para niños.

VINO DE COCA


El vino de coca Metcalf, era uno de la gran cantidad de vinos que contenían coca disponibles en el mercado.
Todos afirmaban que tenían efectos medicinales, pero indudablemente, eran consumidos por su valor “recreativo” también.

VINO DE COCA MALTINE


Este vino de coca, fue fabricado por Maltine Manufacturing Company de New York. Obtuvo diez medallas de oro.
La dosis indicada decía: “Una copa llena junto con, o inmediatamente después, de las refecciones” . Niños en proporción.

PROPAGANDA


Un peso de papel promocional de C.F. Boehringer & Soehne (Mannheim, Alemania), “los mayores fabricantes del mundo de quinina y cocaína”.
Este fabricante tenía el orgullo de su posición de líder en el mercado de la cocaína.

GLYCO-HEROINA


Propaganda de heroína Martin H. Smith Company, de Nueva York. La heroína era ampliamente usada no solo como analgésico, sino también como remedio contra el asma, tos y neumonía. Mezclar heroína con glicerina (y comúnmente azúcar y saborizantes) volvía al opiáceo amargo más agradable para su ingestión oral.

OPIO PARA EL ASMA


Este National Vaporizer Vapor-OL estaba indicado “Para el asma y otras afecciones espasmódicas”. El líquido volátil era colocado en una olla y calentado con una lámpara de queroseno.


TABLETA DE HEROINA (1900)


Estas tabletas de cocaína eran “Indispensables para los cantantes, maestros y oradores”. También calmaban el dolor de garganta y tenían un efecto “reanimador” para que estos profesionales, rindieran el máximo de su performance.

GOTAS DE COCAINA PARA EL DOLOR DE DIENTES


Las gotas de cocaína para el dolor de dientes (1885) eran populares para los niños.
No solo acababan con el dolor, sino que también mejoraban el “humor” de los usuarios.

OPIO PARA BEBES RECIEN NACIDOS


Usted cree que nuestra vida moderna es confortable? Antiguamente para aquietar bebés recién-nacidos, no era necesario un gran esfuerzo de los padres, pero si, el opio. Este frasco de paregórico (sedativo) de Stickney and Poor, era una mezcla de opio y alcohol que era distribuída del mismo modo que los condimentos por los cuales la empresa era conocida.
“Dosis – (Para niños de cinco días, 5 gotas).
Dos semanas, 8 gotas. Cinco años, 25 gotas. Adultos, una cucharada llena.”
El producto era muy potente, y contenía 46% de alcohol.

¿Por eso dirán que ahora no aguantamos nada?
Arrevoire

Fray Mocho / Tierra de matreros

Fray Mocho es el pseudónimo de José Zeferino Sixto Álvarez nacido en Gualehuaychú el 26 de agosto de 1858 y fallecido en Buenos Aires en 1903.
Fue uno de los más grandes escritores y periodistas argentinos, famoso por sus relatos costumbristas en tono humorístico.
A los 21 años se radicó en la ciudad de Buenos Aires donde fue conocido como "Mocho" al cual más tarde se le agregó el católico "Fray".
Escribió en muchos periódicos tales como El Nacional, La Patria Argentina, La Razón y revistas como Fray Gerundio, El Ateneo, La Colmena Artística y la infaltable Caras y Caretas de la cual fue fundador y primer editor.
Escribió ensayos acerca de la vida en Buenos Aires a fines del siglo XIX, llamados :Esmeraldas, Cuentos Mundanos, La vida de los ladrones célebres de Buenos Aires y sus maneras de robar, Memorias de un Vigilante.
En 1898 publica un libro al estilo novela documental nutrido por los relatos de los exploradores argentinos en la región fueguina, llamado En el Mar Austral.
Una de sus obras más aclamadas y que disputa su preminencia con el Martín Fierro de José Hernandez y el Don Segundo Sombra de Ricardo Güiraldes es la que dio en llamar Un viaje al país de los Matreros y que sustituyó después, de acuerdo con una observación formulada por Miguel Cané y Martiniano Leguizamón, por el nombre más breve y expresivo de Tierra de Matreros.
Para los amigos de Jovatolandia, les dejo uno de sus capítulos más culinarios y lleno del ambiente de aquellos tiempos para su disfrute. Si fuera el caso de que se han quedado con gana de más, podrán descargar el libro completo pulsando la imagen al final del post.
Considérenlo mi regalo de Navidad.

Bajo el alero
Había amanecido lloviendo y la lluvia amenazaba durar todo el día, tal era la cachaza con que caía y la cantidad de agua que parecían guardar en su seno las nubes plomizas, que daban al cielo un tono uniforme y monótono, en armonía con la llanura, que se presentaba como cubierta por un espeso velo del mismo color de las nubes.
Todo chorreaba agua: se la veía caer en hilos oblicuos; levantar fugaces burbujitas que se formaban con la misma celeridad con que desaparecían; destilar a lo largo de las pajas del rancho, tiñéndose con colores de aurora; pegar a las carnes, en manchones, las ropas de los que se aventuraban a cruzar el patio; correr con reminiscencias de torrente por las canaletas de desagüe; caer en gotas sonoras en los tiestos colocados por la mano previsora de la patrona, a lo largo del corredor; filtrarse a través de las copas de los árboles; resbalar por el tronco y venir a encharcarse a su pie; y, en fin, lavar todo aquello que en el campo no lo puede lavar si no la lluvia, desde la cara de los peones a la cabeza de la china cocinera, que atraviesa para adentro con una fuente cuyo contenido resguarda con su pollera grasienta y manchosa; desde el hocico del perro que sale a peregrinar en busca de alguna garra de cuero, que enterró el día anterior y que calcula que la lluvia haya ablandado, hasta la panza del caballo, que, atado a soga, ha dejado de comer y dando el anca al viento, mira filosóficamente la llanura  verde, transformada en una inmensa napa de agua.
Yo, rodeado de aquella buena familia donde había caído precisamente como llovido, en la noche anterior -me hallaba sentado bajo el alero del rancho, amplio y cómodo, al lado de un fuentón inválido que dragoneaba de brasero y que era promesa lisonjera de un buen amargo, cebado por mano joven y primorosa.
Mi huésped -un viejo gaucho cincuentón, de cara curtida por el sol y de manos encallecidas por el lazo y las boleadoras-, estaba sentado a mi izquierda, en un banquito, ocupado en remendar una cincha, mientras su hijo -un mocetón que recién golpeaba las puertas de la vida-, estudiaba en la guitarra los aires armoniosos y sentimentales con que había de deleitar, llegado el caso, el oído de alguna moza vecina, no insensible a requiebros y galanteos, por más que fueran ellos de aquel que más de una vez la ayudó a repuntar una majada o le prestó el petizo para ir a echarlas mansas de su padre.
¡Esos idilios de los ranchos!
¡Lástima que aún no hayan tenido su poeta en esta tierra, donde todo convida al amor, desde la llanura al monte, desde la flor al ave y desde el día esplendoroso a la noche quieta, apacible y luminosa!
Silenciosos, oíamos llover y escuchábamos aquel gotear del agua, que adormece los sentidos a fuerza de monotonía, y saboreábamos el mate que nos pasaba la semanera -una morena de grandes ojos negros y tranquilos, que de vez en cuando miraba por la puerta entreabierta, el afán de sus hermanas que, arreglado el interior del rancho, se componían y acicalaban para salir a sentarse en rueda ante el brasero, haciendo los honores de la casa al visitante, obsequiándole con las tradicionales y doradas tortas fritas, el sabroso pororó, o los agradables chicharrones, manjares obligados de los días de lluvia y que parecen hechos a propósito para ser tomados al son del agua que cae, contrastando con el canto alegre de la sartén donde la grasa se derrite con notas de risa.
Pronto el amargo dejó de circular y el brasero pasó al dominio de la patrona y de sus hijas, que, haciendo sonar sus vestidos, tiesos de puro almidonados, se dispusieron a la faena.
El agua seguía goteando pesadamente, acompañada por el bordoneo cadencioso de la guitarra gimiendo un triste que el viejo canturreaba entre dientes, mientras cosía a fuerza de lesna, la cincha que estaba empeñado en remendar.
Un perro, gran conocedor de las costumbres de la familia, entró chorreando agua, se sacudió en medio de las muchachas y a pesar de sus gritos y protestas, se estiró, y fue a acurrucarse silencioso en un rincón, cerca del viejo y como diciendo «no me han de echar porque yo soy también de los de adentro».
Sabía bien, el muy pillo, que llegaba a buena hora, pues tras él entró la china trayendo colgados en los dedos, cerrados a modo de ganchos, las grandes tiras de grasa, de ubre y de alguna carne flaca, que serviría -junto con algunos pedazos de galleta que se echarían en la grasa hirviente, luego que el manjar estuviera a punto- para darle más sabor, al mismo tiempo que un tanto de variedad.
Y la patrona se instaló al lado del brasero -vecina a una larga tabla que servía de mesa y en uno de cuyos extremos picaba la grasa, la ubre y la carne, que iba echando mezclada y de a montones en la sartén y a sobre el fuego lento-, mientras en el otro las muchachas arremangadas y luciendo sus brazos carnudos de morenas, preparaban y tomaban la masa que había de servirles para las tortas fritas.
Llena la sartén y cuando ya el contenido comenzaba a saltar, debido a la grasa que se desprendía de los pedazos que primero se te echaron, fue tapada y comenzó su canción alegre, acompañada por los sollozos de la guitarra que el mocetón pulsaba con maestría, por el acompasado y monótono caer del agua a que ya estaba acostumbrado el oído y por los cuchicheos y risas de las muchachas cuyos labios rojos se entreabrían con relampagueos de nieve.
Pronto la música de la sartén se hizo más viva: la patrona revolvía con una palita de madera, la grasa hirviente, que chirriaba y que a cada revoltijo subía su diapasón, llegando al máximum cuando cayeron los pedazos de galleta que, poco a poco, fueron impregnándose de grasa, tomaron un color dorado, y luego se confundieron con toda la mescolanza que bailaba una danza macabra dentro de la sartén.
Se acercó la gran fuente de lata, brillante de puro limpia, y la patrona sumergiendo en la grasa líquida una espumadera, comenzó a extraer los chicharrones dorados y a escurrirlos, ayudándose de la palita, depositándolos en la fuente, donde eran empolvoreados con sal gruesa, molida allí mismo por una de las muchachas, que se sirvió para ello de la ancha y recia hoja de una cuchilla, con la cual destrozaba los terrones demasiado voluminosos, restregándolos contra la tabla.
Y, bajada la sartén del fuego, calló la guitarra, cesaron las risas y cuchicheos de las muchachas y todos rodeamos la fuente haciendo merecido honor al sabroso manjar, mientras afuera seguía la lluvia cayendo con pereza.
Circuló una botella que llamaron «del carlón», pues el viejo declaró, mirándome, que «los chicharrones se aúgan con la agua» y volvió cada uno a su entretenimiento: yo, a mirar como llovía -un deleite supremo y delicioso- el viejo, al remiendo de la cincha, el mocetón a su guitarra y las muchachas a la preparación de las tortas fritas, mientras la patrona que debía hacer la fritura y previo un «usted perdonará, pero yo tengo mi vicio» armaba un cigarro de hoja -de aquellos llamados de rabillo, que las señoras fumadoras eran tan maestras para hacer con sólo una hojita de tabaco paraguayo, con tripa un poco más madura, lo encendía, se lo colocaba a un lado de la boca, volvía la sartén al fuego y se sentaba al lado, para comenzar la fritura.
Una de las muchachas hacía las tortas, consistentes en un bollo de masa del grueso del puño, achatado hasta dejarlo casi transparante, mientras la otra las iba colocando en un plato puesto al alcance de la patrona, directora general de la operación.
Ésta, las tomaba con un tenedor y las echaba en la grasa hirviente, de a una, previo un zambullón del cual salían doradas, las pinchaba con el tenedor para que se impregnaran, las daba vuelta y previo otro pinchazo para probar el grado de cocción, las extraía, suspendidas a los dientes del tenedor cuyo mango golpeaba en el borde de la sartén para hacer chorrear la grasa que las bañaba, y las iba depositando en la gran fuente de lata que tenía a su lado.
Aquel olor de la masa tostada, llenaba la habitación y hacía soñar con todas las delicias de la pastelería: la saliva venía a la boca, la nariz sentía comezón y el estómago verdaderas languideces que se transformaban en bostezos, que suelen ser suspiros de deseo.
Afuera seguía lloviendo y cada torta frita que caía a la sartén cantaba alegre: no sólo perfumaba el aire, sino que incorporaba a los gemidos de la guitarra y a las notas, tristes de la lluvia, cascadas de risas sonoras que tenían no sé que reminiscencias del placer.
Derrepente la operación se suspendió y oí la voz de la señora que pedía «el pisingallo», para «el pororó», compañero inseparable de las tortas fritas.
Una taza de maíz recién mojado le fue pasada y ella la vertió de golpe en la sartén, que fue tapada: se oyó algo de batalla, fuego, graneado, chisporroteo, reventazón, que poco a poco fue cesando, hasta concluir en algo que imitaba el ruido de la lluvia que parecía una obsesión.
La tapadera fue levantada y la sartén apareció llena de nieve, era el rico pororó que lucía su esplendor, contrastando en color y en sabor con las tortas fritas, que, apiladas entre la fuente, chorreaban sus últimas lágrimas de grasa.
Afuera, el agua seguía cantando su eterna canción tediosa y resbalando de la cuchilla al bajo y de este al arroyo, donde iba a perderse con murmurios lastimeros. 
 Arrevoire

Curley, a ricitos pelados

Cuando era chico al regresar o antes de ir a la escuela, era casi una ceremonia prender el televisor a válvulas y ver algún episodio en blanco y negro de Los tres Chiflados por canal trece. La música de la introducción aún suena dentro de mi cabeza. 
Por aquellos días la gran discusión era si la violencia demostrada en cada uno de los gags era perjudicial para los niños o no. Los parámetros de violencia en los medios ha cambiado drásticamente y aquellas discusiones hoy parecen haber sido totalmente innecesarias y hasta ridículas.
Claro, para muchos Los Tres Chiflados eran Curley y los otros dos, pues el pelado gordito era quien nos sacaba la risa a flor de piel con su inocencia y simpatía. Sobre todo debo recordar a quien le prestaba su voz en español, una obra del doblaje tan lograda que nadie de habla hispana puede imaginar a Curley con otra voz que no sea esa. El doblaje fue realizado en México en el año 1961 y la voz corresponde a Roberto Cardín quién también era la voz de Darrin, el marido en la serie Hechizada.
Curley tal vez haya sido el gordito más castigado de la historia de la pantalla. Fue, y sigue siendo, uno de los cómicos que más hicieron reir a lo largo del siglo XX. Uno de “Los tres chiflados”, que en realidad sumaron  ocho, según la formación que tuviera el trío en las 206 filmaciones que realizaron.  Lamentablemente pocos, como Curley, tuvieron una vida tan dramática, tan cargada de crueles paradojas. El peladito de los “stooges”,  habia nacido el 22 de octubre de 1903 con el nombre de Jerome Lester Howard, era el hermano de Moe, el más enojado integrante de pelo cortado a la taza que en cada uno de los episodios le propinaba más golpes que a un muñeco, le torturaba el cráneo con taladros, o le metía los suficientes piquetes de ojos como para que el propio espectador disfrutara con alguna venganza.
Hoy podemos apreciar la preferencia del público en el furor despertado por el trío en las últimas dos décadas  el peladito es el que lleva las de ganar, con camisetas, llaveros, posters y hasta tatuajes con su rostro. Incluso, la hija de Moe dio a la imprenta una biografía sobre su tío, que forma parte de una treintena de obras inspiradas en Curley y sus compañeros de chifladuras.
Cuentan que el día en que los hermanos Shemp y Moe debutaron con el nombre “Howard y Howard” lo hicieron ante una sala vacía, cuando todos los clientes de una cantina ya se habían retirado con el estómago lleno de comida y la satisfacción de haber escuchado a otros cómicos renombrados. Sin embargo, expertos en eso de que “el show debe seguir”, los Howard hicieron su rutina para una sola persona: el otro hermano, Curley, que con ojos llorosos aplaudía a rabiar. Ese era el futuro pelado, que por entonces aún tenía una bella cabellera con la que seducía a las chicas que frecuentaban los vodeviles. Un ser sensible, que en la vida real era, paradójicamente, el protegido de Moe.
Curiosamente, la tragedia de la vida de Curley estuvo signada por su éxito. Cuando debió cortarse los rizos de su cabeza para sumarse al grupo, las chicas dejaron de mirarlo, su poder de seducción decayó a límites de pesadilla, se sintió el más feo de los mortales. “Los tres chiflados” se convirtieron en un boom y todos sus cortos se difundieron por las 156 estaciones televisivas de los Estados Unidos (vale aclarar que la productora Columbia los tenía atrapados en un contrato leonino que no les dejaba ni un centavo por las repeticiones). En ese estado de cosas, el pelado se hundió en sus melancolías.
Así pasaron los años de gloria, con Curley entregado al alcohol y al arbitrio de las más escandalosas depresiones. Sus compañeros poco pudieron hacer por él.
A inicios de 1946, su voz se escuchaba dos veces más áspera que lo usual, y tuvo una notoria dificultad para memorizar sus diálogos, aún los más sencillos. Los excesos del alcohol se comenzaban a notar. Había perdido peso de una forma considerable, y se notaban arrugas en su rostro habitualmente juvenil.
Finalmente, ocurrió el colapso. El 6 de mayo de 1946, mientras filmaban el corto número 97 Half-Wits Holiday, Curley sufrió un derrame cerebral masivo en el set.
El actor había terminado la mayoría del film, excepto por una escena de pelea con pasteles  (típico recurso del trío) que ocurría al final. Moe contó en su autobiografía que el director Jules White llamó a Curley pero éste no respondía, entonces Moe buscó a su hermano y lo encontró sentado con su cabeza caída sobre su hombro: estaba llorando profusamente pero era incapaz de hablar. Moe cuenta que supo instantáneamente que su hermano había sufrido un ataque cerebro vascular o ACV. De inmediato fue llevado al hospital en Woodland Hills, California.
La producción de la película concluyó improvisando el guión con Curley ausente, y ocultando la verdadera gravedad de la enfermedad al resto del elenco, hasta que se finalizó el rodaje.
En ausencia de Curley, Shemp volvió al trío en ese período, aparentemente en forma temporal hasta la completa recuperación de Curley, algo que lamentablemente nunca sucedió. Durante los últimos dos años de la carrera de éste, Shemp fue requerido ocasionalmente para las actuaciones en vivo, hasta que su cambio fue permanente.
Durante su convalecencia, Curley hizo una breve aparición (haciendo su rutina de ladrido de perro) en el tercer filme en que apareció Shemp, Hold That Lion! de Jules White. Esta fue la única película en la que aparecieron los tres hermanos Howard junto a Larry Fine. White admitió más tarde que este hecho fue algo espontáneo, durante una visita imprevista de Curley al estudio. Allí figuró con su cabellera, en su última aparición frente a una cámara.
Un segundo cameo previsto fue en "Malice in The Palace" – se imprimió un afiche para este film con un demacrado y enflaquecido Curley con bigote y vestido de chef, pero no apareció en el cortometraje (Larry realizó el personaje del chef).
Curiosamente, dicha escena fue escrita con la colaboración del propio Curley, y fue grabada poco antes de editarse el corto. Sin embargo, el irritable chef que interpretaría fue suprimido por razones desconocidas, muy probablemente, por el mal estado físico del comediante.
El cameo de Curley que apareció en "Hold That Lion!" fue reciclado en 1953 en "Booty and the Beast", un año después de su muerte. Fue la última escena reutilizada de él para un corto del trío. Aquí la pueden ver.

 Les dejo un curioso video en color para que disfruten un rato.
Este hombre maravilloso que equivocó el tiempo y que de haber surgido hoy en día habría sido tan solo un pelado más entre tanta moda calva, pudo ser también un multimillonario honrado, si tan solo le hubieran pagado aquello que su trabajo le rendiría a todos los demás. Casi setenta años de éxito y los autores jamás recibieron un solo centavo extra por repetición.
Tal vez eso fue lo que realmente los mató.
Arrevoire

Fuente: Wikipedia, Taringa y  A través del uniberto

Desencuentro


Alguien debería escribir un tango sobre el mundo Blog. Pero si nadie se anima, les acerco éste que cuadra muy bien.

DESENCUENTRO

Letra de Cátulo Castillo
Música de Aníbal Carmelo Troilo

Estas desorientado y no sabés
que trole hay que tomar para seguir.
Y en ese desencuentro con la fe
querés cruzar el mar y no podés.
La araña que salvaste te pico
Que vas a hacer?
y el hombre que ayudaste
te hizo mal
dale nomás!
Y todo el carnaval
gritando pisoteó
la mano fraternal
que Dios te dio.

Que desencuentro!
Si hasta Dios está lejano!
Lloras por dentro.
Todo es cuento, todo es vil.

En el corso a contramano
un grupi trampeo a Jesús...
No te fíes ni de tu hermano,
se te cuelgan de la cruz...
Quisiste con ternura, y el amor
te devoro de atrás hasta el riñón.
Se rieron de tu abrazo y ahí nomás
te hundieron con rencor todo el arpón.

Amargo desencuentro, porque ves
que es al revés...
Creíste en la honradez y en la Moral...
que estupidez!

Por eso en tu total
fracaso de vivir,
ni el tiro del final
te va ha salir.



Hágalo sonar aquí


Músicalización gracias a Todo Tango http://www.todotango.com

¿De dónde carajo salió ésto?

Según la RAE "Carajo" es el nombre que se le puso a la canasta  o plataforma ubicada en la parte más alta de los mástiles de las antiguas naves españolas. Servía como punto de observación y por estar en el palo mayor se lo solía asociar con el órgano sexual masculino.
Era el lugar más inestable de la nave en donde se sentía con mayor fuerza el movimiento lateral de acuerdo al del mar. 
El marino que era enviado a permanecer como vigía bajaba totalmente mareado luego de un par de horas. Por lo tanto ir al Carajo era considerado un duro castigo y servía para dar escarmiento a los infractores.

Con el tiempo y el uso, el vocablo derivó en casi doscientas acepciones y palabras derivadas, que se usan con diferente significado según sea la región.

Una de ellas es la interrogación enfática e informal con que se matiza una simple frase con un dejo de velado enojo.

Por ejemplo y a título humorístico les dejo los 10 carajos más recordados de la historia ;)
Si quiere agregue el suyo que hay lugar.

- ¿Cuándo carajo va a parar esta lluvia? (Noé, año 4314 AC)
- ¿Cómo carajo se te ocurrió eso ? (Su mamá a Pitágoras, año 126 AC)
- ¡Qué calor, carajo! (Juana de Arco, 1431)
- ¿Cuándo carajo vamos a llegar? (Cristóbal Colón, año 1492)
- ¿Cómo carajo quieren que pinte el techo? (Miguel Angel, año 1566)
- ¿Qué carajo tomaste, Julieta? (Romeo, año 1595)
¿De dónde carajo salieron estos indios? (General Roca, año 1877)
¿Cómo carajo no van a entender esto? (Einstein, año1938)
- ¿Quién carajo se va a dar cuenta Mónica? (Bill Clinton, año 1997)
- ¿Quién carajo va a votar a un negro? (George Bush, 2009)

Arrevoire

Todo esperma es sagrado

No se asuste por el título, no me he vuelto loco, al menos que yo me haya dado cuenta. Se trata una vez más de los Monty Phyton y sus bromas.
Este post se lo dedico a mis amig@s del mundo blog que no tratan de parecer santos en misa y se saben divertir aún con los temas religiosos, por supuesto, sin llegar a herir susceptibilidades.
Uno de sus largometrajes más digeribles aunque algo chabacanos fue "El sentido de la vida" una obra extraña que comienza con un cortometraje y luego intenta desarrollarse con una serie de sketch enlazados mediante la pregunta del título.
En el desarrollo del capítulo sobre "El tercer mundo" aparece una barriada obrera británica muy del siglo pasado, donde se muestra la posición ante el sexo de los católicos y los protestantes. La finalización del sketch corresponde a este musical imperdible, digno de ser guardado en nuestra videoteca. El padre de una familia católica (que tiene prohibido el control de la natalidad) llega a su casa atestada de niños para comunicar una mala noticia : se ha quedado sin trabajo. Pero como cada mala noticia viene acompañada de una buena, les comunica a sus hijos que ha vendido a algunos para experimentos médicos y así podrán superar el mal trance.
Les dejo el video de la pieza musical muy al estilo Broadway, pero con una imagen deficiente que se justifica por tener subtítulos.
Espero que no quede herido ningún corazón católico. Piensen que la parte de los Protestantes no mereció una pieza musical que la acompañe.



Arrevoire

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